«No se aceptan devoluciones» poniendo los pies en la tierra

Té del día: Té de menta

El viernes pasado mi madre me hizo saber que existía una película de Eugenio Derbez en el cine y quería que la acompañara a verla. Un cflashback de haber visto algún poster de algo con su cara alguna vez me vino a la cabeza, y aunque no me emocionaba tanto la idea, tampoco me disgustaba así que fui. Tal fue mi sorpresa al enterarme que era el día del estreno y la sala estaba totalmente llena, tuvimos que esperar una hora para otra función en los últimos asientos del frente.

Así que desde la primera fila, literalmente, vi la película. No tenía expectativas altas, sabiendo que se trataba de una comedia y además una de Eugenio Derbez, esperaba sin duda algo así como un largo sketch de sus clásicos. Esto tampoco se me hacía tan mal, iba a relajarme no a analizarla. Mi primera impresión era que no estaba tan mal hecha, de hecho estaba decente. Claro, tenia plot holes, un CGI malísimo para simular Estados Unidos y de vez en cuando algunos de sus clásicos chistes insertados por aquí y por allá.

Nadie me culpa por tenerle prejuicios de comedia a este señor.

Pero además de eso, hubo unas cuantas cosas que me sorprendieron mucho, durante y después de la película, para bien y para mal.  Y les contaré de ellas. La primera fue que la película tenía una historia masómenos coherente que de hecho tenía plot twists (giros de historia) y en la que los personajes se desarrollaban incluyendo a Derbez.Es decir, no era tan tonta como creí que lo sería. Básicamente trata de un sujeto llamado Valentín Bravo (Derbez) quien vive en Acapulco y se dedica a conquistar turistas. Seguir leyendo